Pregunta #4

Agent extern: Daniel García Andújar
26/11/10 – 14/01/11

Estamos inmersos en un proceso de digitalización que esta transfiriendo gran parte del legado visual desde su formato físico formal. Toda esta información está siendo depositada en contenedores que se sitúan en un nuevo plano cercano al espacio público, dotado de gran visibilidad y accesibilidad. Esta circunstancia genera un nuevo panorama visual saturado, barroco, ruidoso, creando un nuevo paisaje que modificará las relaciones con nuestro imaginario. Podemos generar y consumir contenidos muy rápidamente, pero también modificarlos y recuperarlos con la misma celeridad desde un gigantesco archivo en continua elaboración y revisión.

El lenguaje visual es la herramienta más valiosa de la práctica artística, pero en estos momentos lo “visual” está específicamente asociado al territorio digital contemporáneo, el ocio digital, la publicidad, los medios de comunicación tradicional… Es un lenguaje que está lleno de capacidades, pero que está inmerso en un campo de batalla por su control.
¿Creen que los artistas todavía tenemos capacidad para influir en el paisaje visual, en el imaginario visual? ¿creen que tal vez sea el momento de dejar de producir más ruido, de fabricar más imágenes y redefinir el rol del artista?

Les qüestions que ens planteja Daniel García Andújar són certament complexes. Es tracta d’una inquietud que ja m’havia interceptat amb anterioritat sense que trobés la manera de posicionar-me. Tot i no saber com contestar aquestes qüestions, em sembla molt interessant que es llancin aquest tipus de dilemes.

Justament quan la resposta a la pregunta es podia moure perfectament en un pla únicament conceptual (té sentit fabricar més soroll, més imatges?), m’he decidit a expressar-me en un llenguatge més visual. Així, he realitzat un video reciclant fotogrames d’un curt del meu propi “arxiu” virtual, muntant-lo de forma diferent i intercalant algunes preguntes i reflexions en torn a la problemàtica que Andújar ens vol fer veure.

El video reflexa, d’una manera força naïf, la indecisió, la dificultat que tenen molts artistes a l’hora de definir quin paper volen jugar en el món, de quina manera volen treballar i expressar-se. Precisament perquè és tan fàcil produir imatges i penjar-les a la xarxa, entesa com diu Andújar com un nou pla proper a l’espai públic, el gest és quasi mecànic i sovint no es pensen les implicacions que pot tenir aquest tipus de pràctica.

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Pregunta #3

Agent extern: Julia Montilla
05/11/10 – 04/03/11

¿Cómo representamos aquellos motivos que carecen de referente? Piensa que cuando hablo de referente lo utilizo en el sentido en el que lo hace la semiótica.

Hay quien puede entrar en crisis de identidad porque, tras haberse pasado toda la vida pensando que era Sagitario, ahora no sabe como actuar con la aparición de Ofiuco, un nuevo reflejo del hombre en el universo.
Estamos acostumbrados a identificarnos con unos referentes establecidos, pero en el momento que estos cambian, podemos perder ese punto de referencia y confundirnos.

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Pregunta #2

Agent extern: Luz Broto
22/10/10

Convertiros en agentes externos del proyecto right cube_04: dar paso a lo desconocido.

Resposta:

Visitamos por primera vez la exposición de La Capella para ver Right Cube 4 de Luz Broto con las manos en los bolsillos y sin habernos informado sobre nada de lo que allí encontraremos, tal y como pide el enunciado de la pregunta, salvo algunos rumores inevitables que escuchamos entre los compañeros de clase, de los cuales que no sacamos nada claro.

Localizamos una placa en la pared con el nombre de Luz Broto y un título críptico que hace referencia a la habilitación de 31 agujeros para hacer visibles los 43 existentes. Miramos a nuestro alrededor y no entendemos nada. Y a todo eso, ¿dónde está la obra? Bueno, habrá que investigar.

Empezamos a pasear por el espacio de la capella, buscando por todos los rincones agujeros escondidos. Finalmente, cruzamos las cortinas negras que comunican con el jardín y nos encontramos con un pequeño pasillo con dos estructuras de madera pintadas de negro con un aspecto un poco extraño, como fuera de lugar. En ellas, observamos cuatro agujeros algo más grandes que una moneda que permiten mirar hacia su interior oscuro y hueco. Cuando nos fijamos más, vemos que a su alrededor hay varios agujeros más pequeños practicados con un taladro con una disposición que bien podría ser aleatoria, pero que parece haber tenido cierto sentido en el hipotético momento en el que estas estructuras tuvieron un uso. ¿Serán esos los agujeros a los que se refiere la obra? Decidimos contarlos. 31. Y quizás dentro de la estructura están escondidos los 12 agujeros existentes que faltan. Pues claro, era eso. A lo largo de esa semana, empezamos a barajar las primeras ideas para nuestra intervención.

La sorpresa llega cuando, después de esa primera visita a ciegas, nos enteramos a través de los profesores y de la página web de la propia Luz Broto, de que la acción de la artista era otra cosa. Nuestra reacción es de incredulidad. Para nosotras, todo cuadraba tal y como lo habíamos interpretado en un primer momento. Incluso el número de agujeros encajaba. ¿Se trataba de una simple coincidencia?

Reflexionando sobre esto nos llamó la atención el hecho de que fue nuestra propia predisposición a encontrar algo la que nos llevó a fijarnos en ese trozo de madera. Buscábamos agujeros y los encontramos.

Al contarlos, descartamos los que tenían tornillos clavados en ellos, ya que entonces el número ya no era el que esperábamos. Así, moldeamos el espacio para que se adaptara a lo que nosotras imaginábamos de él. Y entonces cobraba sentido.

Y lo cierto es que este tipo de conexiones mentales con significados que no tienen por qué corresponderse con la realidad son algo bastante habitual en las personas. La mente ordena e interpreta a su manera, y crea nuevas posibilidades.

Nos pareció interesante centranos en eso más que en la verdadera bra, ya que fue de esa forma que dimos paso a lo desconocido. Nuestros agujeros no son puertas ni ventanas pero existen, así que decidimos hacerlos visibles a los demás. Para lograrlo, los numeramos uno a uno con pegatinas, cosa que nos permitía localizarlos y a la vez demostrar la coincidencia con el número de los otros agujeros.

Aunque se trató de una intervención sencilla y de poco riesgo, y a primera vista no localizamos ninguna cámara de videovigilancia, fuimos interceptadas por el vigilante de seguridad que, mientras hacíamos los preparativos en el jardín, cerró la puerta que comunicaba con el pasillo impidiendo que pudiéramos seguir colocando números sin entrar por la puerta principal y por lo tanto sin ser vistas de nuevo. Al cabo de unos días realizamos nuestro segundo intento donde, ya con las manos en la masa, fuimos incomodadas por la presencia vigilante de este mismo personaje que, aunque no nos dijo nada, se instaló al lado de la puerta con una actitud disuasoria pero inofensiva. Finalmente, decidimos ignorarlo y seguir con nuestro plan, que pudimos llevar a cabo sin problemas.

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Pregunta #1

Agent extern: David Curto

[…] Y por último, y a mi parecer lo más importante, ¿Puede un artista permitirse NO resultar molesto? O mejor, a día de hoy, ¿Todavía puede un artista molestar EN SERIO? MATINS PUNT SÍ, MATINS PUNT NO.

Resposta:

Molestar… Perquè sembla que ja està tot vist, perquè diríem que ja està tot assimilat; tot ens ve donat i beneït: decidit, executat i representat amb anterioritat. Encara és possible molestar de veritat? I si és així, per quines vies?

Entenc perfectament la necessitat de plantejar aquesta pregunta, que no és tan senzilla de resoldre. Però no puc evitar respondre amb convenciment: sí, encara es pot molestar, només fa falta esforç i un “interlocutor” disposat a molestar-se. Aquest últim detall és important, perquè el pitjor que pot passar quan es pretén generar algun tipus d’afligiment és rebre una profunda indiferència.

Per “respondre” la pregunta de David Curto, m’he centrat en uns fets recents que han generat un considerable rebombori mediàtic (els aldarulls que tinguren lloc durant la vaga general del 29 de setembre), i els he intentat donar una altra lectura. Amb aquesta notícia falsejada intento, no tant descontextualitzar i buidar el contingut dels fets reals en què està basada (que tampoc tinc intenció de jutjar aquí), sinó plantejar una (altra) sèrie de preguntes. On està el límit entre el que és art i el que deixa de ser-ho? De quina manera es pot mesurar el seu impacte social? És realment tan descabellada la imatge d’uns artistes encaputxats cremant contenidors d’escombraries?

M’interessa investigar, encara que sigui a través d’uns fets ficticis, aquesta relació que pot tenir l’art amb la delinqüència i el vandalisme, una relació de vegades buscada i reivindicada, i altres vegades rebutjada i negada. Una relació que també pot tenir implicacions polítiques. I retornant de nou a la notícia alterada, em segueixo preguntant: com diferiria la repercussió dels aldarulls del 29-s si efectivament haguéssin estat provocats durant una performance artística? Com canviaria la interpretació dels fets si es trenquen els esquemes i estereotips que permeten classificar-los en una categoria i no en una altra?

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Pregunta #0

Agent extern: Slavoj Zizek

Els nostres desitjos són artificials? Existeix realitat “en” la il·lusió?

Resposta


Miro un llibre de receptes de cupcakes, una espècie de barreja entre el concepte tradicional de magdalena i un pastís individual. Les pàgines criden la meva atenció, estan fetes per despertar el nostre interès, el nostre desig. Si no sabíem què era el que volíem, ara ja no n’hi ha cap dubte. Ho tenim davant mateix. El cupcake es materialitza a la nostra ment. En sabem el color, la forma, n’intuïm la textura, la olor i el gust. Podem fer-ho perquè hem menjat coses semblants amb anterioritat. El desitgem perquè segueix uns codis que podem identificar com a desitjables, plaents. La nata suau i espumosa, les boletes de sucre de colors… Encara que pugui semblar el contrari, res no és casual en el seu aspecte. Anys i anys d’experimentació, d’assaig i error, d’incomptables experiències fallides… Anys de festes d’aniversari, banquets i pel·lícules ensucrades… han educat les nostres papil·les gustatives per fer salibera davant de quelcom tan simple com un tros de pastís amb cobertura de xocolata líquida. Ens han ensenyat a desitjar-lo. Si no, no podria despertar-nos més interès que una pedra.

La resposta a la pregunta se’m fa difícil de desgranar, de codificar. Així que proposo respondre-la amb una prova. Com es crea el desig? Quins són els ingredients, els mecanismes que el posen en marxa? Existeix una fórmula matemàtica, una recepta? Decideixo elaborar uns cupcakes, o magdalenes, o com sigui que s’anomenen aquests pastissets en català, seguint les indicacions del llibre de receptes que tinc a les meves mans.

Reuneixo els ingredients i preparo la cuina. Barrejo llet de soja, vinagre de poma, farina, llevat, bicarbonat sòdic, extracte de vainilla, sucre i margarina… Conec la composició dels cupcakes però, em dóna claus per disseccionar allò que compon el desig? La seva naturalesa? Definitivament no. Perquè el desig no és el que menjo. És la fotografia del llibre, l’espera ansiosa davant del forn, els misteris i la màgia del llevat, la incertesa dels resultats. El desig és aquest terreny no definit on em recreo.

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